No lo he dicho todo, es tanto y las palabras se quedan cortas, y ahora que soy mamá ya me pasa, lo he vivido y he entendido por qué sucedían tantas cosas.
Sé que criarme no fue fácil; nuestro amor empezó dándote incontables noches de desvelo, desde la primera vez que dormí en tus brazos hasta las veces que me esperaste despierta hasta tarde, sé que a la fecha también a veces no duermes ni descansas pensando en alguna u otra cosa que no te deja tranquila. A mí ya me pasa igual.
Desde que te recuerdo tu dieta fue alterada; siempre fuiste la última en sentarte a comer por atendernos a todos y varias veces nos levantamos de la mesa antes que tú siquiera empezaras, nunca dijiste nada, podía más tu satisfacción por ver que nos gustara aquello que habías preparado con tu esmero. Confieso que yo también ya lo he hecho.
Sin darme cuenta hice lo mismo que tú; renunciaste a un trabajo por pasar más tiempo con nosotros; dejaste de ir a tu negocio y cambiaste tu independencia económica por tardes regando el jardín mientras yo montaba la bicicleta, ese pago te hacía más feliz y completa, tu compañía me lo decía. Ahora la vida te da la vuelta, hoy regresas a trabajar porque eso paga mejor las horas que pasas sola en la espera de vernos de nuevo.
Me encanta verte en las fotos de “cuando eras joven” siempre sonriente; a pesar de que los años pasen para mí hoy sigues siendo la misma en tu máxima y mejor versión, te has convertido en la mujer que yo más admiro y respeto en toda mi existencia, has pasado tanto el la vida que con tu ejemplo he entendido por dónde debo caminar.
Gracias por educarme fuerte, firme, decidida y determinada; me enseñaste a tomar decisiones a pesar de las consecuencias, a disfrutar en la abundancia y en la recesión, me criaste con “hambre y frío” y gracias a eso ahora sé el valor de las cosas, el esfuerzo que lleva tenerlas, aprovecharlas y cuidarlas. Cuando no sé qué hacer, tu experiencia me hace cuestionarme qué habrías hecho tú en mi lugar.
Aunque lo hiciste en silencio, sé que te hice llorar más de una vez, que te rompí el corazón con alguna malcriadez y que a pesar de cualquier cosa me seguiste queriendo más; así me enseñaste a perdonar, amar y aceptar. Perdona si por ratos te quité la paz, ahora soy yo quien lo siente cuando no sé qué estoy haciendo mal.
Nunca me dijiste que traer un hijo al mundo conlleva tanto sacrificio, preferiste disfrutarlo, vivirlo y repetirlo. No contaste los errores sino los aciertos, preferiste guiarte por el instinto aunque tuvieras que arriesgarlo todo. Muchas veces te confundiste, porque a mí también me pasa, pero a pesar de eso ahora sé que intentabas elegir la mejor opción de todas.
Hoy que soy mamá lo he vivido y experimentado, he conocido el principio de todo lo que tú también has vivido, hemos recorrido juntas el mismo camino y por eso celebro que como tú ninguna, la única, la mía. La que me ha construido como soy hoy, la que a la fecha sigue de pie con firmeza y aferrada al amor espiritual. Tú la que me hiciste ser la que soy, por quien elegí también la misma vocación. Feliz día mami.