Balance, balance, balance… “ni muy, muy; ni tan, tan” me repito todos los días cuando veo hacia afuera cómo estoy haciendo mi trabajo de mamá. A ratos me abstraigo y en silencio pienso “que presión, cuánta observación”.
La gran mayoría de mujeres soñamos un día con la utopía de ser o convertirnos en la super mamá de la revista, la de la película, la del anuncio, la del grupo, la del facebook, la del colegio, la del condominio, la de instagram, la del programa de TV… la que “se las sabe todas”, y sin darnos cuenta hemos creado una presión social colectiva que al final de cuentas nos convirtió en las “momsters”.
“Momster” se conoce como “mamá” + “monstruo”, la que saca la garra y lo peor de sí misma por el afán de hacer todo como el esquema social exige, a costa de lo que sea y que para frustrándose más de lo que disfruta su vida por conseguir aquello o esto que toca hacer porque así lo vio, escuchó o le dijeron que tenía que ser. Digámoslo así, es aquella mamá que busca más la validación o aceptación social, más que la de sus hijos, y que por esto, está más enfrascada afuera que en lo que pasa adentro de su familia.
Sí, a veces yo también soy momster, pero luego mis hijas me llaman a la reflexión o en mi examen de conciencia diario me doy cuenta como tortazo en la cara de que algo estoy haciendo mal o peleando la batalla que no tocaba.
La payasa de la casa
Confieso que no siempre me gusta tirarme a jugar con las niñas. En qué momento perdimos el norte y ahora nos tenemos que dedicar a entretener a nuestros hijos 24/7 queramos o no. Yo recuerdo haber crecido con una mamá presente y al mismo tiempo a cargo de 11 hijos y la recuerdo cuidando del jardín mientras yo pedaleaba en la bicicleta con mis hermanos alrededor de ella. Ella estaba allí haciendo lo suyo, lo que más le gustaba en ese momento, regando plantas o simplemente observando nuestras ocurrencias pero no se tuvo que poner de cabeza para que yo me entretuviera.
¿En qué momento dejamos las mamás de ser una guía orientadora para nuestros hijos y nos convertimos en objeto de entretención para complacer sus ratos de ocio? Ahora no es bien visto si tan solo insinúas la idea en voz alta de que no quieres jugar con los niños porque simplemente no quieres, porque no tienes ganas por el cansancio, no estás de humor, tuviste un mal día o simplemente no se te da.
Creo que en gran parte la desvalorización de la autoridad de papá y mamá que existe en nuestra generación se debe a esto, ya no nos ven como sus figuras de dirección, ahora somos una especie de juguete en donde nos vemos obligados a hacer lo que las demás mamás hacen porque “toca”, sino “soy una mamá desamorada”.
De mamá a pedagoga
No les pasa que antes nuestras mamás confiaban ciegamente en lo que las maestras del colegio proponían para nosotros?, ahora resulta que en nuestra generación las mamás “sabemos” más que la maestra y sin querer paramos saboteando su trabajo como educadora académica, preparada y estudiada, poniendo en duda su desempeño.
Por presión, por lo que leí o porque me dijeron, con mi hija grande hice cosas que con la chiquita nunca hice, y con la chiquita hice lo que nunca con la grande, las “flashcards” y el baby gym por ejemplo. Obviamente la segunda requiere menos esfuerzo de crianza porque es tu repaso a la lección anteriormente aprendida con el primer hijo, pero con la primera me afané de tal forma que hice todo tipo de ejercicio para estimulación temprana o hasta tarjetas con grandes imágenes para que ella desarrollara su vocabulario y sin querer la chiquita tiene mejor “escuela” que la grande, irónico, y todo porque si la momster no hace las benditas tarjetas “no lo está estimulando” y el chiquito ya va tarde en su desarrollo… que presión.
Dónde quedaron las tardes de libre expresión artística?, de bailar sin motivo, cantar porque qué alegre, jugar tenta o escondite? y en qué momento convertimos la casa en una sucursal del colegio?… que aburrido! si ya van a tener 14 años para irse a estudiar al colegio.
Expertas en automedicación
Levanten la mano las mamás que se saben todos los compuestos genéricos de las medicinas pediátricas -y me voy en la colada- porque pareciera que ahora no hablamos de lo bien que nos la pasamos el otro día sino de cuántos mL de diclofenano, omeprazol, dimeticona, acetaminofén, ranitidina, etc… le dimos la última vez a nuestro chiquito, y no me aparto que sea bueno que sepamos qué les estamos dando en cada dosis de medicamento pero si la momster no se lo sabe, “no está en nada”.
Y cuidado si el doctor te contradice porque ya estás a la defensiva pensando que el doctor se quiere “pasar de listo” con lo que te manda, y mea culpa, porque en varias ocasiones por llevármelas de “moctora” “mamá” + “doctora”, he procastinando más los síntomas a las enfermedades de mis hijas que curado las mismas. Sin mencionar que la momster es experta en recomendar nuevos remedios para esto y otros para aquello.
Psicólogas o hasta psíquicas
La momster tiene amplios conocimientos en psicología, psiquiatría y hasta en astrología, ella se acerca y te pregunta sutilmente si tu hijo ya se sienta, ya camina, ya come solo, ya va al baño, ya duerme en su cama, ya va al colegio, ya, ya, ya… y la lista no termina, y si la respuesta es “No”, ella será la primera en recomendarte al psicólogo infantil porque probablemente por “no jugar con él cuando era bebé” o hacerle las “flashcards en su estimulación temprana” no está bien desarrollado, entonces probablemente te sentirás culpable por esto.
Sin entrar a detalle la momster opina que la lactancia es el mejor alimento para el bebé mientras discute con la otra momster que la fórmula ya tiene todo para nutrir al bebé, y que si le das mucho pecho sos extremista y si le das solo pacha sos desamorada. Quién nos entiende?
La momster es todo un Pinterest, sabe de cocina, pintura, tejido, belleza, moda, manualidades, montaje y organización de eventos, decoración, nutrición, psicopedagogía, medicina… lo sabe todo sin haber estudiado nada porque la sociedad le ha dictado que TIENE que saberlo para estar en la onda, y aunque sea un don o la gracia de ser mamá lo que nos facilita el aprendizaje, no nos da la prerrogativa que así tengamos que ser todas para ser reconocidas como mejores mamás, cada quién debería hacer lo suyo y lo mejor que cada quien pueda en función o beneficio de sus propios hijos y su familia, más que para complacer o buscar aceptación y reconocimiento social, porque al final de cuentas nuestros mejores jueces son y serán nuestros hijos.
Me detengo un rato, respiro y pienso que al final del día eso de ser mamá no es tan fácil como lo veíamos en la utopía. Si por casualidad te identificaste con alguna de las escenas, tal vez te has convertido en una momster, ahora solo pregúntate, para complacer a quién? si la respuesta es a tus hijos, adelante! porque después de todo si ellos te reconocen como una buena mamá, estás verdaderamente en todo a sus dulces y sinceros ojos.
~N~