Quien no se ha parado a bailar alguna vez en su vida por el ritmo pegajoso de una canción de moda, que venga y me cuente su caso y le hago un reconocimiento.
Soy de esas que tarareo, bailo y hasta me invento las canciones en el carro, cuando lavo platos, en la noche cuando me pongo los audífonos para trabajar, para entretener a mis hijas, cuando salgo a correr o cuando me invitan a andar por allí en una junta social.
Cierta música tiene esa fórmula mágica que cuando menos sentís estás moviendo el piecito o la mano de forma rítmica, y si el ambiente está más prendido, hasta chasqueamos o aplaudimos, y ni digamos, pero hasta aullamos. Así lo he hecho siempre y más viniendo de una familia donde mi papá si en algo le recuerdan es con música y cantando sin pena.
Yo canto, tú cantas, él canta, nosotros cantamos y entre más cantamos, la industria musical más crece y más repetimos el ritmo de la melodía sin ponerle tanta atención a la letra. Sí, así es mi caso cuando en alguna fiesta he cantado como coro hipnótico a pesar que alguna vez haya criticado a Miley Cyrus:
It’s our party we can do what we want
It’s our party we can say what we want
And we can’t stop
And we won’t stop
Recuerdo que hace un tiempo, una locutora reconocida se tomaba el tiempo de traducir o leer detenidamente algunas de las letras de las canciones de moda. En mi despiste, la música siempre está puesta en mi carro y en mi oficina, y en la medida en que me he detenido a escuchar más la letra de las canciones, encuentro algunas un tanto hedonistas o misóginas y yo, sin caer en cuenta, las he bailado y cantado con tal felicidad, como cantar la lotería!
Confieso que alguna vez me sentí aludida mientras escuchaba “I know you want it, you’re a good girl” del modelito Robin Thicke, tan tonta, como si él me la cantara a mí… Obviamente lo que yo cantaba no pasaba del coro, si embargo cuando me detuve a leer la letra, ¡oh sorpresa!, de aludida pasé a ofendida. Dicho sea de paso, pueden darse una vuelta por su nueva producción discográfica “Paula”, un álbum dedicado a su ex esposa, que ha recibido no solo las peores críticas en producción sino descripciones de violencia de género y misoginia.
El otro día iba junto a mi hija grande en el carro escuchando de fondo a Katty Perry con “Birthday”, y no sé si mi mente me engaña entre tanta metáfora fríamente calculada, o si ya la sutileza está tan bien puesta que ya ni cuenta me doy de lo que dice en sus letras, o si ya me he convertido en la “mamá cuadrada” que tanto criticaba a la edad de Miley Cyrus.
¿Qué pasó con la música que antes se escribía para dedicar? Antes se componía música para perdurar, con la misma intensidad con que se cantaba el Totally 80’s. Era música de verdad, los artistas no eran del todo “chulos” o “divas”, pero cantaban bien o contaban una buena historia.
Hoy paré en una tienda de artículos misceláneos, de fiesta y regalos, y sonaba de fondo en el ambiente el estribillo que muchos a continuación van a reconocer y que decía:
Me gusta cuando se excita y sexy te me pegas
Tu seducción a la hora de bailar…
Si tú te fueras yo no sé lo que haría
Lo que empezamos tenemos que terminar
Volvamos a hacer el amor como aquel día
Deja que ocurra, caliente que el tiempo transcurra
El ambiente la pone ardiente
Se pega y en el oído me susurra
Abusa y me engatusa…
Admito que el ritmo de la canción está buenísimo, pero es de esas letras que mi hija por ritmo baila y tararea, y no quiero todavía tenerle que explicar acerca del sexo, excitación, abusar y engatusar a sus cortos 5 años de edad. Ya ni sé a qué edad debería hablarle de esto.
Y así, termino escribiendo estas líneas con una canción de fondo para ponerle la guinda al pastel, “Die Young” de Ke$ha, y mientras yo escribo estas líneas, algún chico o chica por allí debe estar saltando con su vaso en mano cantando:
Young hunks, taking shots
Stripping down to dirty socks
Music up, gettin’ hot
Kiss me, give me all you’ve got
It’s pretty obvious that you’ve got a crush (you know)
That magic in your pants, it’s making me blush (for sure)