Dice el calendario que para el mes de las madres está mayo, y para el mes de los padres está junio; pocas veces los papás que se entregan en el rol paternal son reconocidos públicamente en la labor de la crianza como la mamá. El estereotipo social nos ha dictado que el hombre provee y trabaja, y que la mujer cría y cuida del hogar.
Hemos coincidido con otras mamás que hoy ya no es más reconocido el papá con un alto título corporativo ni el que trabaja más horas fuera de casa o el que lleva el cheque más gordo para la mesada. Hoy nos importa más una pareja presente y comprometida en la crianza de los hijos como nosotras las mamás. Ahora vemos con más frecuencia otros roles en la familia: papás que también colaboran en los cuidados del hogar y mamás que eligen ser quienes proveen y trabajan fuera de casa; en otros casos vemos a los papás que por decisión propia se han quedado solos -sin pareja- en la crianza, y también a los que han enviudado y sacan solos adelante al hogar.
Claro está y como la gente se refiere, “papá no es solo quien engendra, sino quien cría”, y basado en esto hemos visto hijos distanciarse de sus padres a pesar que exista una relación de sangre; otros hijos han adoptado como papás a esos hombres que con su guía han estado cerca de ellos durante la crianza: un amigo, el abuelo, un tío o amigo cercano. Estos días fueron un tanto agotadores en casa; cuando un hijo se enferma, el trabajo sigue, la casa demanda y el tiempo se agota, y no tienes a nadie a quién recurrir para ayudarte a pasar la estafeta. Ahí es cuando tener al lado una pareja involucrada y comprometida -como uno de mamá-, es la base para poder apoyarte o delegar. Mi“dupla” -como le digo yo a Chepe, el hombre que elegí para ser el papá de mis hijas- y yo, decidimos traer hijos al mundo habiendo definido antes una relación de papás como la de un equipo, y un estatuto de vida familiar en donde no existe la etiqueta de “esto te toca a ti, y esto me toca a mí”,sabemos que en cuestiones de crianza, hijos y familia, la responsabilidad es mutua y compartida, que es tanto mía como suya. En estos días me detengo a pensar y reflexionar en todas esas mamás que no tienen al lado al papá de sus hijos para compartir esta tarea y minimizar el impacto de la crianza, que de por sí ya es tarea demandante en cada una de sus etapas sumado al rol personal elegido por cada mamá. Me siento, respiro y doy gracias… porque tengo una pareja comprometida, que no huye todas las mañanas de casa porque no quiere enrolarse en lo que “no le toca”.
Hoy quiero reconocerle públicamente a Chepe -que yo sé que le debe dar pena que lo diga en público- todo el esfuerzo y dedicación que le pone a esta familia pequeña, porque “echa punta parejo” para que seamos una familia feliz, porque construye momentos para que nuestras hijas se lleven las mejores memorias impresas en el corazón para toda la vida, porque a pesar de ser un “geek” que trabaja en lo que más le gusta hacer en la vida, cambia pañales a cualquier hora, aprendió a coser con aguja e hilo para hacerlo cuando yo no puedo, plancha la ropa mejor que yo, cocina huevos revueltos para la cena cuando yo no quiero hacerlo, se aprendió todos los cuentos de las princesas, duerme todos los días a las niñas… y porque sueña y camina conmigo en una misma dirección de vida. Te admiro Chepe, nunca me has dejado sola en esto de ser mamá y contigo se hace más fácil.
Hoy me encuentro un video que me hace un nudo en la garganta porque identifica y refleja en cada una de las escenas a él, el papá de mis hijas. Ellos, los verdaderos papás de compromiso y decisión -no necesariamente los que engendran- también lo viven, lo sienten, se desvelan, cambian pañales, trasnochan velando el sueño del hijo enfermo, dan de comer, comparten su comida, se olvidan del momento a solas, cocinan, aprenden a hacer moños, cuentan cuentos de héroes y princesas, hacen el ridículo, lloran…
En mi vida voy recolectando historias que escucho de muchas personas, y cuántas veces y cuántos testimonios he escuchado de mamás que fantasean con tirar la toalla, que se encuentran abrumadas, cansadas… y testimonios de cuántos papás que deciden tener la misma responsabilidad que una mamá comprometida con el hogar a pesar de su rol profesional y buscan retomar la dirección, seguir adelante, no renunciar, tomar el timón del barco y seguir navegando comprometidos en este mar de experiencias de vida familiar llamadas “crianza”.
El rol personal que se tenga no le resta o quita importancia y responsabilidad al del otro. Sin importar el título que se tenga, el grado profesional, los reconocimientos públicos y el estereotipo social; la paternidad es tan importante como la maternidad; se complementan, se funden y forman juntos el concepto de familia integrada. Hoy termino mi día pensando que a los papás también se les debe un reconocimiento especial, un día importante, un momento de agradecimiento y un regalo hecho con los deseos del corazón. Que una carta en este día, no se quede en poesía sino en la narrativa de los próximos capítulos de vida junto a los hijos, que con la crianza, nunca terminan.