Soy Nancy, la quinta de 11 hijos, 6 mujeres y 5 hombres, todos del mismo matrimonio… Sí esa familia que todos preguntan seguidamente por etiquetas como “seguro son del Opus”, “¿y tus papás no tenían tele?”, “debe ser re alegre”, “¿y cómo era la mesa del comedor?”, “pobre tu papá sí le tocó pagar colegios”, “¿cómo le hacía tu mamá?”, “¿cuántos nietos son?”, “¿todavía se juntan?”, “¿cuánto salía de super?”…
Ayer me encontré con una amiga de la familia que tenía al menos unos 25 años de no ver. El reencuentro fue lleno de emoción, alegría, recuerdos y preguntas… “¿Has escrito de tu familia?”… No supe qué contestar, mi respuesta inmediata fue “no, no quiero que la gente nos etiquete por ser una familia poco usual”. Ella insistió: “deberías, porque tu familia es muy especial”.
Pasé la noche y el día pensando en realidad por qué no he escrito acerca de mi familia y parece que encontré la respuesta: nostalgia. En mi “banda”, como la llamo yo, cada uno es único y diferente dentro de la diversidad de personalidades, temperamentos y caracteres que cada uno tenemos. Podría compararla con el arcoíris, cada uno aporta un color distinto, pero si sacas un color, dejaría de ser un arcoíris. Como todas las familia, peleamos, reímos, criticamos, lloramos, pero sobre todo perdonamos. Es una sensación extraña porque al mismo tiempo fuimos muchos conviviendo en una misma casa pero cada uno único y diferente del otro:
Mamá: como la de los pollitos, todos corren a ella
Papá: con corazón de niño, así como Peter Pan
Lulú: la que le gusta opinar y extrañar
Karina: la que tuvo más hijos
José: el de muchos amigos y que todos conocen
Wendy: la maternal y maestra preescolar
Natalia: la oftalmóloga que sobrevivió a la muerte
Sofía: la coqueta que le encanta la playa
Javier: el de corazón noble que le gusta salir a correr
Juan: al que le gusta viajar y disfrutar
Nico: el fanático de Harry Potter
Santi: el que sueña con ir al Navy
Recuerdo a mi mamá toda mi niñez embarazada -14 embarazos en total-, haber viajado en modo de “excursión”, tener un carro familiar tipo “van”, una mesa enorme, dormitorios con literas, haber heredado ropa, etc… La mayoría de personas que conoce a mi familia, me preguntan si también tendré una familia numerosa como lo hicieron mis papás.
Una familia tan grande te deja una huella cargada de nostalgia, y más aún si existe el factor “distancia”. Mientras muchas familias se consolidan en su lugar de origen, mi familia ha tomado caminos y destinos distintos, vivimos en países y ciudades diferentes, sin embargo, eso que se dice como “la sangre llama” se vive, se siente y se experimenta todos los días.
Para aliviar la ausencia y acortar la distancia tenemos un chat, para estar al tanto, enterados, opinando, riendo o peleando… como mi mamá hace unos días decía “esto es como tenernos en la sala de la casa contando cada uno sus cosas, sintiendo la presencia de todos” aún estando ausentes y en silencio.
Guardo y colecciono memorias para toda mi vida y para contarles anécdotas a mis hijas, porque no todos tienen la misma experiencia en compartir tantas historias, desde las alegres, hasta las tristes, conmovedoras, divertidas, de película y así… que podría escribir un libro con todas ellas.
Soy solo un color en este arcoíris. Nos unen nuestros valores y tradiciones donde quiera que estemos, aquellas que mis papás se han tomado tanto tiempo y detalle en forjar en nuestros corazones, de esos que ya se ven poco, de los que afuera llaman “conservadores” pero que a nosotros no nos molesta practicarlos públicamente, y que con el tiempo eso lo hace simplemente ser nuestra familia.