Por: Nancy Chang
Para Mundo de Mamá
“Adiós”, “hasta luego”, “nos vemos pronto”… parecieran ser expresiones o intenciones de despedida tomadas a la ligera por la frecuencia con que las decimos: al finalizar una llamada, al salir de casa de una amiga, al retirarnos de la escuela o colegio de nuestros hijos…, sin embargo, también hay que aprender a decir verdaderamente “adiós” con el corazón.
Hasta para decir “adiós” hay que aprender a hacerlo, recuerdo que de pequeña siempre mi mamá me enseñaba a decir “hola” al entrar a algún lugar para saludar a los presentes, y me enseñó a decir “adiós” cuando me retiraba del mismo como una forma de educación y cortesía con los demás, pero con el tiempo he aprendido que el “adiós” no solo implica una cortesía cuando estás abandonando un lugar, también implica un conjunto de sentimientos encerrados en una sola palabra de cinco letras, sobre todo cuando no sabes cuándo volverás a ver a esas personas; para algunos el adiós puede ser un duelo, para otros como yo, una despedida a largo plazo.
En mi vida pareciera ser que últimamente existe un común denominador: las despedidas a largo plazo; que bueno fuera que hablara de esas despedidas al retirarme de un lugar, de esas tomadas a la ligera o por cortesía… se trata de despedidas de personas que han pertenecido de forma cercana e intrínseca en mi vida, que he tenido que aprender a decirles “adiós” con todos esos sentimientos encerrados como extrañar, recordar, querer, amar y la ilusión de volverme a encontrar con ellos… así como también las acciones que uno extraña como abrazar, hablar, ver, escuchar y compartir en persona.
Recuerdo mi primer despedida hace 14 años cuando mi hermana – la mayor – dejaba el país para construir su propia vida en otro con su pareja, al cabo de algunos años llegó la despedida de mi hermano – el octavo – cuando decidió irse a trabajar fuera de nuestro país, más adelante fue la despedida de mis papás y algunos de mis hermanos que decidieron mudarse a vivir también a otro país, un par de años atrás me despedía de una de mis mejores amigas y su familia que por trabajo tuvieron que trasladarse, hace algunos meses despedí a dos de mis hermanos que definitivamente se mudaban a residir en otro país y ahora me despido de la hermana de mi esposo con su pareja y mis sobrinos que están por irse esta semana también a otro país… complejo no? 7 despedidas que no se tratan de cortesías ni ligerezas, sino más bien, se trata de personas que he llevado con todo el cariño dentro de mi corazón y no sé con qué frecuencia volveré a ver. Sumadas a estas despedidas, hace 2 años y unos meses atrás yo también me despedía de mi país y mis seres cercanos porque nos mudábamos con mi esposo y mi hija definitivamente a otro país, que luego abandonamos por razones personales.
Las despedidas y los adioses están cargados de emociones para mí, son un conjunto de recuerdos de lo que fue, lo que pudo haber sido y lo que será cuando te vuelvas a reencontrar con esas personas que tanto quieres. Por esta y muchas razones, el “adiós” también debe aprenderse a decir, de uno depende qué tanto te afecte la ausencia de esas personas para bien o para mal, si te aferras al recuerdo, o si te aferras a cómo serán las cosas cuando vuelvas a reencontrarte con ellos.
El “Adiós” nunca será tomado a la ligera por mi persona, siempre que lo digo, lo digo de corazón, y con la esperanza de volver a revivir todos los buenos recuerdos que de cada uno me queda cada vez que los vuelvo a ver.