Después de 20 años de matrimonio, Pablo está preocupado por la dificultad que tiene su señora para decir NO a la hora de educar a los hijos. Tienen cuatro adolescentes y él no sabe cómo sintonizar con ella.
Cuenta Pablo
“Mi mujer, a la que quiero muchísimo, es una persona llena de encanto y simpatía. Es artista, diseñadora y muy creativa. Sin embargo, tiene un “pero” que no es menor: es incapaz de decir que NO a nuestros hijos. Les concede todo y no les pone límites. Les insinúa que en sus salidas de noche vuelvan a una hora razonable, cosa que ninguno respeta. El otro día le prestó el auto al que tiene 16 y, como era de esperar, lo chocó. Ella siempre tiene excusas para ellos y ellos responden manipulándola para conseguir lo que quieren. Yo me pongo firme, pero siempre me entero después que lo que yo exijo no lo toman en cuenta. Lo curioso es que cuando hablo con ella de este tema me dice que me encuentra toda la razón y que ella es muy débil de carácter”.
Análisis
Nadie puede dudar de la simpatía de esta mujer, que es un don no tan mayoritario. Pero es evidente que un matrimonio necesita estar férreamente unido y de acuerdo en los criterios frente al tema de permisos y prohibiciones de los hijos, ya que de lo contrario puede tener -cara a los hijos- dos consecuencias: la primera, que se desorienten, ya que uno dice que sí y el otro que no. Ambos deben actuar como brújula, muy unidos en lo que consideran importante. La segunda, es que lo más probable sea que los hijos “obedezcan” y sigan lo que les conviene y lo fácil, pero puede ser lo que más los perjudica. Tal vez podrían hacer todos, padres e hijos mayores, un consejo de familia en que se toque el tema. El papá -que es el más afectado- debe dar a entender que decir que NO es un acto de cariño profundo, y que a los hijos se les cuida porque son lo más valioso que se tiene.
A ella
Debes pensar que a tu marido no le haces un “fair play”, un juego limpio, cuando contradices sus indicaciones y adoptas el papel demagógico de quedar bien… pero a costa del perjuicio que le produces a los que más quieres. Tienes buena voluntad, porque le encuentras toda la razón, pero voluntad demasiado frágil para ser consecuente. Si es superior a ti misma, deja que sólo él tome las decisiones sobre permisos, es decir, que se las consulten y respondan sólo a él. El agradecimiento o la sonrisa de un hijo frente a un sí fácil dura muy poco, pero los hijos, más en este tiempo, necesitan límites claros. El mejor favor que les puedes hacer es intentar ejercer la autoridad, ya que la autoridad que todo lo concede es una caricatura. Además, para decir que sí a todo no hace falta ni el más mínimo esfuerzo. La educación, entonces, se transforma en un juego peligroso.
A él
Todos necesitamos esforzarnos en crecer siempre en paciencia y buen humor. Lo más positivo de tu situación es que a ella la quieres de verdad e incluso la admiras, hasta el punto que te desconcierta que te encuentre toda la razón. Pero como padre, debes llevar el timón del barco que, tal como están las cosas, puede estar navegando hacia un puerto muy inseguro, o incluso, puedes tener pequeños o no tan pequeños naufragios. Tal vez lo más sensato, dado la buena voluntad de tu mujer, es que logres que ella te deje a ti toda la autoridad y seas el juzgado de policía local y la corte suprema en temas de permisos y prohibiciones. También puedes hacer tuyos a tus hijos mayores, ya que están en capacidad de razonar y de darse cuenta de que efectivamente hay permisos que los dañan. Como saben, sin lugar a dudas, que los quieres tanto, el amor produce encuentros y unidad de criterios. ¡Ánimo! Siempre es posible. El cariño profundo puede imposibles.
Vía: Hacer Familia