El estrés no sólo es para los adultos, también se manifiesta a diferente escala en los pequeños. Pero para que un pequeño sufra de estrés, existen factores que influyen directamente con el pequeño.
Los adultos tienen la tendencia a recordar la infancia como una época de despreocupación, sin responsabilidades, urgencias o problemas. Sin embargo, los niños de hoy sufren presiones procedentes de muchas fuentes. Se les presiona para que aprendan cosas como leer y sumar, incluso antes de entrar en la escuela primaria. Saben que se espera de ellos que terminen la enseñanza media y que cursen estudios universitarios. Muchas veces tienen que soportar las tensiones que se crean a causa del divorcio, de los padres separados, de padres que trabajan, de la persona que cuida de ellos durante el día, o de las horas que pasan solos en casa. Los peligros de problemas sociales, los secuestros, asesinatos y robos, son cosas que les quedan grabadas por influencia de los padres o de los medios de comunicación.
Las tensiones en el mundo de un niño pueden manifestarse por medio de síntomas físicos como el insomnio, dolores de cabeza o molestias de estómago. O bien tienen manifestaciones emocionales -enfado, represión, miedo que pueden interpretarse como un problema educativo. No es posible que los padres lleguen a aliviar todas las frustraciones del niño, pero sí lo es aprender técnicas de control de estros que ayudarán tanto a los padres como a su hijo a afrontar las tensiones.
Sabemos por experiencia personal y profesional que la educación, para disminuir el estrés, cambia la vida de padres y niños. Es necesaria bastante práctica para aprender estas técnicas, así que hará falta tiempo y perseverancia.
Reconozca las reacciones del estrés. Identifique algunas manifestaciones fisiológicas y de comportamiento producidas por el estrés. Hay que tener en cuenta que estos mismos síntomas podrían ser también consecuencia de problemas médicos, de modo que, antes de asumir que un síntoma persistente es psicológico se debe consultar al médico. El niño también los utiliza algunas veces como un medio de llamar la atención o evitar ciertas tareas.
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