Golpear es un tema que para unos es necesario y para otros no, dependiendo la decisión que los padres tomen respecto a la educación que quieran darle a sus pequeños. Lo cierto es que pegar o golpear no trae un mensaje consecuentemente positivo para los niños, como para los padres.
Sin importar lo tentador que pueda resultar darle palmadas a un niño para “enseñarle un poco de sensatez” o “darle una lección”, resiste el impulso. Aunque puedas estar furiosa y aterrada porque tu hijo cruzó la calle sin tu permiso, darle palmadas por eso le envía el mensaje contradictorio: está bien que yo te golpee, pero tú no puedes golpearme ni golpear a nadie. Practica lo que predicas. Dar palmadas le enseña que está bien lastimar a las personas para que hagan lo que uno quiere. Incluso las ocasionales palmaditas envían el hiriente mensaje de que si tú eres más grande y fuerte que un niño, está bien golpearlo para que aprenda.
Las consecuencias probablemente no se verán a corto plazo, pero como bien dicen muchos adultos: “no recuerdo la razón o la lección que me dieron al golpearme, pero recuerdo que fue hiriente y doloroso, y a la fecha no lo olvido”. Por lo mismo, piensa antes de actuar deliberadamente y arrepentirte luego, así que dales amor.
Extractos vía: Disciplina sin gritos ni palmadas
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