Para cooperar en el rendimiento académico de nuestros hijos debemos empezar por crear un ambiente agradable en el hogar, estimulante, sin presiones, sin censuras, sin angustias, sin ansiedades y aprovechando la convivencia familiar.
Las investigaciones más recientes y la experiencia de la psicología clínica de los últimos años está poniendo cada vez más claramente de manifiesto la importancia del tiempo compartido entre padres e hijos en el desarrollo equilibrado de los niños. Estas investigaciones, especialmente el interés del juego y aficiones en común entre padres e hijos está demostrado que desarrolla el lenguaje y la inteligencia, favorece el desarrollo personal y la salud mental, hace posible la sociabilidad, la apertura a los demás y al medio. Se puede afirmar rotundamente que los padres que desarrollan actividades educativas en conjunto con sus hijos en casa generalmente consiguen buenos desarrollos intelectuales.
Con los más pequeños son especialmente interesantes los juegos motores, lingüísticos y lógico-matemáticos, como aprender nombres de las cosas, leer carteles, conocer señales, charlar sobre los cuentos, aprender canciones, poesías, jugar a las adivinanzas; o comparar objetos, agruparlos por colores, formas, tamaños, los rompecabezas y construcciones…
A partir de los ocho años, les pueden ayudar en su desarrollo aptitudinal los juegos de estrategia, como el ajedrez, y los de construcción, como los mecánicos. Trata de instituir un día a la semana para juegos de mesa en familia.
Siempre será importante que en casa haya un clima favorable a la lectura y a la conversación. Que los hijos vean a sus padres y hermanos mayores leer y contar lo que han leído. Que haya ratos en casa de conversación familiar, de este modo, además de otros efectos positivos, podemos ampliar su vocabulario y sus recursos lingüísticos.
Es necesario como padres estar pendientes de las dificultades de aprendizaje que puedan presentarse en nuestros hijos, para poner remedio cuanto antes. Y si se puede prevenir con una estimulación temprana y adecuada.
Recuerda evitar facilitarles en exceso la vida, procurar ocasiones en las que tengan que esforzarse, hacerles conciencia de la necesidad del esfuerzo, procurar que adquieran desde pequeños hábitos de trabajo, orden, responsabilidad, constancia… para que cultiven virtudes como la fortaleza y la perseverancia, y para que sepan y aprendan a confundirse para reparar en sus errores.
Hay que estar atentos a sus esfuerzos y elogiarlos para reafirmar su autoestima, y ayudarles a que valoren la responsabilidad fijándoles pequeñas metas que sean capaces de alcanzar si ponen esfuerzo.
En el hogar hay que saber facilitar un lugar o espacio adecuado para el estudio o fuera de ella (bibliotecas, sala de estudio, etc.) de modo que puedan concentrarse más y tener menos distracciones a su alrededor.
Como padres debemos respetar el tiempo de estudio de nuestros hijos. En ese tiempo no debe haber interrupciones como la televisión, la radio, juegos de video u otros.
Fíjate un horario para poder realizar las tareas y los estudios a una hora determinada de modo que no afecte la rutina familiar y no sacrifiquen sus horas de juego de modo que aborrezcan las tareas.
Fuente: para Fomento Centros de Enseñanza S.A., por el Profesor José Antonio Alcázar